Esta puesta en escena, expone los conceptos de cuerpo y los cánones establecidos en la sociedad de "belleza y perfección" invitando a todos los participantes a reflexionar acerca de las diferencias que poseen todas las personas y cómo ese hecho no es necesariamente malo.

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El ejercicio consiste en que todo aquel interesado se apoya en la pared delante de uno o varios trozos de papel y otro participante o la misma artista se encarga de trazar su silueta con un color diferente a la de los demás que ya hayan dejado la forma de su cuerpo en el papel, las siluetas no son completamente simétricas ni llegan más arriba del cuello, se crea entonces una mezcla de figuras que se intersecan pero están claramente diferenciadas que los participantes pueden contemplar hasta que se desecha el papel y se consigue uno nuevo.

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En este caso en particular la obra no se trata de las huellas resultantes en el papel sino la reflexión que resulta de ver la figura de sí mismo junto con la de otros participantes para constatar las similitudes y desigualdades que hacen que cada individuo sea único y que la "perfección" que proponen los medios con los estándares de belleza no es imprescindible ni correcta.